D.Díaz

COMIENZOS. En mi casa siempre hubo una fuerte inclinación marcial. Mi padre practicaba el estilo kyokushinkai de karate y yo era un enamorado de las artes marciales y gran fan de Bruce Lee. Cuando tenia 6 años entré en el grupo de taekwondo del colegio Sant Jordi de Barcelona.


Pero al descubrir el aikido, diez años después, descubrí mi verdadera vocación marcial. La primera vez que vi a alguien hacer aikido fué sobre 1993, se estrenó la película "Por encima de la Ley" de Steven Seagal Sensei y para mi, podían haber cortado la filmación después de los primeros 5 minutos de película... ya había visto suficiente para sentir el corazón dar un vuelco, fue amor a primera vista. Esa escena en el dojo con todo el ritual shinto del saludo al empezar la clase, esas extrañas faldas de pliegues (hakamas), esa potencia y suavidad de movimientos tan definitivos y armoniosos, esa elegancia en el desarrollo y ejecución de las técnicas... me cautivó.

Vi que en el pabellón municipal de Motril se ofertaba aikido entre sus actividades y corrí a inscribirme, aunque no pude entrar hasta mediados de año ya que estaba completo. Mi primer maestro de aikido fue Joaquín González de la Higuera quien además impartía clases de taichi, yoga y meditación trascendental zen. Es una persona muy humana y espiritual que traspasaba la barrera de monitor de actividad para ser algo más, un maestro. Suave hasta en el habla, buscaba incansable la armonía del movimiento conjunto y siempre tenía para cada uno la palabra adecuada (Un saludo Joaquín).


EVOLUCION. Fue Joaquín quién empezó a organizar unas jornadas autonómicas para estrechar lazos entre los clubes de aikido. Allí vi por primera vez a alguien del que todo el mundo hablaba maravillas el maestro Jorge Guillén, el bombero.

Por motivos laborales Joaquín tuvo que marcharse y pasamos una época un poco desorientados. Hicimos visitas esporádicas al Dojo Bodhidarma del maestro Rafa Tejero que nos recibió tal y como es él, un amigo. Después algunos empezaron a subir más asiduamente a entrenar a Granada. Cual fue mi sorpresa al saber que entrenaban con el bombero, que agarré el kimono y me fuí con él a empezar de nuevo (1.999).


Ya había visto el aikido, ya había probado durante años el aikido, pero después de realizar el saludo el primer día que entrené con el maestro Jorge Guillén Quesada, volví a emocionarme en mi corazón... volví a enamorarme del aikido. Jorge es una persona con unas aptitudes excepcionales para las actividades físicas y en concreto para el aikido. Congeniamos enseguida, hubo ese feeling y a día de hoy lo considero como a un padre dentro del aikido.

Hay que destacar indudablemente la inestimable colaboración de mis compañeros de clase. Cuando llegué al dojo de Jorge me encontré entrenando a diario con 8 ó 10 cinturones negros, los cuales han sido parte integrante del motor que mueve el progreso de los alumnos.

También quiero agradecer la colaboración de mis alumnos y todo aquel con el que un día compartí conocimientos ya que me han enseñado a ver el aikido desde otra perspectiva más amplia. (En especial a Isabel Blanco López, mi primera alumna)


TERCERA REVELACION. Desde que empecé a entrenar con Jorge sensei he asistido a muchos seminarios y he tenido el privilegio de ser presentado formalmente y conocer a varios maestros de la talla de Masatoshi Yasuno, Christian Tissier, Frank Noel, Bruno Zanotti... además de compañeros aikidokas de todas partes del mundo. Pero no fue hasta que conocí a Endo Seishiro Sensei que no tuve la tercera revelación con un maestro de aikido, y me volví a enamorar (**).

(**) NOTA: Quizás algunos veáis esto de enamorarse como una cursilada en relación al Aikido que es un BUDO. Pero por favor permitidme expresarme como lo siento, ya que así fue concebido en su día por O´Sensei.



No olvidaré la primera vez que nos encontramos el ki (kimusubi). La técnica era sihonage, aunque podía haber sido otra cualquiera... primero rompió el hielo con unas risas sorprendiéndose del tamaño de mis muñecas y diciendo - Oh! oh! great hand! - Pronto desaparecieron las risas y se abrieron los sentidos. Me sentí impotente al no ser capaz de contener a ese pequeño viejecillo que penetró sin ninguna dificultad en mi guardia, y lo mejor de todo, con una carencia de tensión que me sobrecogía.

Endo Sensei es la persona que ejecuta el aikido que siempre había querido hacer, es algo así como la persona capaz de materializar mis sentimientos en su práctica... tiene la facilidad de hacer que las personas se vuelvan más suaves en la forma y más contundentes en la acción a la misma vez. Siempre que entreno con él siento, creo y quiero creer que me vuelvo un poco más Endo.


LÍNEA DE TRABAJO. Trato de seguir la línea de aikido del gran maestro Seigo Yamaguchi a través de sus alumnos M. Yasuno, C. Tissier, Franck Noel... En cierta ocasión, tratando de seguir esta línea, me encontré en Meco (Madrid) en un curso de alguien no muy conocido aún en España. Tenía una forma muy personal de hacer aikido que se salía de todo lo que había visto anteriormente. Se percibía claramente que todos estábamos estupefactos y en eso vino un comentario del maestro que chocó con mi mente y me hizo volver al tatami - "sé que muchos pensareis que esto no se hace así, e incluso algún maestro os dirá que está mal, pero hoy vamos a hacerlo así, mañana lo hacéis como queráis"...

El maestro era Bruno Zanotti Sensei y siento una especial predilección hacia su forma de entender el aikido hasta un punto tal que después de mi tercer dan me hizo sentir que empezaba de nuevo en esto del aikido. Es este un amor de madurez, que aúna la experiencia pasada de otras relaciones y se eleva con una nueva frescura hasta ahora desconocida para mi. Es para mi desde el más profundo respeto, maestro y amigo.


Otro gran amigo, excelente practicante y maestro de aikido, es César Febles sensei. Es un gran líder y guía para su grupo y no tiene ningún problema en orientar a un amigo valiéndose de su conocimiento y experiencia en la vida y el aikido, que no es poca. Es para mi una suerte inmensa poder contar con un amigo así, que aunque ya ha recorrido hace tiempo los pasos donde yo piso ahora, está disponible para escucharte, sugerirte y apoyarte...

EFICIENCIA EN MOVIMIENTO. En 2007 acompañé a otro aikidoka a Sevilla para ver al maestro Haruo Matsuoka al cual nos quedamos con ganas de visitar en su primer seminario en España un año antes. La experiencia fue buena y en 2008 repetimos para asistir a otro seminario del maestro... cual fue nuestra sorpresa, al convertirse en "el seminario." Fueron tres practicas de aikido como tres poemas de amor que se resumieron en mi mente con los siguientes títulos:
1- "El latido del aikido" donde el maestro nos encandiló con un aikido repleto de ejercicios que recordaban a las antiguas grabaciones de Tohei Sensei y que hacían palpitar la yema de los dedos...
2- "Aikido desde el corazón" la sutileza y la suavidad en las manos del maestro asombraba al mas escéptico cuando realizaba kokyuho desde el corazón...
3- "El corazón del guerrero a través de sus ojos" ...con una agilidad felina, el sensei adoptó la posición de waki kamae con la cabeza gacha. Al subir la mirada y cruzarse con la mía, sentí como si sus ojos atravesaran mi corazón y me perdí en su mirada. Con la rapidez del relámpago y antes de poder lanzar mi shomen desde yodan kamae, sentí el aire que el bokken del sensei desplazaba al frenarse junto a mi sien. No lo ví desplazarse, no tengo ninguna imagen del maestro entre la posición de waki kamae y la posición final de su ataque...

Estas y otras experiencias durante el seminario, me llevan a querer saber más del estilo Tenshin Dojo y particularmente sobre el maestro Haruo Matsuoka cuyo trato al igual que el de los compañeros de la Kisei de Sevilla, fue sencillamente inmejorable.


MI CAMINO HOY. Steven Seagal Sensei comentaba en una entrevista para la revista americana Harmony que aunque entrenaba 8 horas diarias en Japón, llegó un momento donde se estancó su progreso... y que cuando entró a formar parte de la secta Omoto Kyo, su aikido tomo una nueva dimensión.

Llevo años trabajando con el maestro que todos llevamos en nuestro interior y eso me ha ayudado mucho a desarrollarme, hasta cierto nievel... pero he tenido la suerte en mi vida de conocer al maestro de yoga y meditación Sri Swami Purohit, cuyo cometido es ayudar a las personas a trabajar para su iluminación. Es un maestro espiritual, un guía fantástico que me hace entender muchísimas cosas de mí mismo y de mi realción con el universo. Esto me está cambiando profundamente, a todos los niveles... tal es el cambio que estoy experimentando y la profundidad de sus enseñanzas, que siento como si el mismísimo O´sensei me hablara por su boca.

Daniel Díaz